lunes, 12 de mayo de 2008

Dos Obejitas - "Ni Ella, Ni Él"


"Ni Ella, Ni Él"


Noche oscura de tormenta
Sólo queda otra botella
Desesperas
Bebes soledad

Él cree que ella
Se oculta en la misma ladera
En la que su quietud
Se instaló hace tiempo
En el monte de los manantiales
En que el agua
Es el más preciado tesoro

Él cree que ella
Baila la misma danza
que las mariposas en el mar
cuando el cielo se viste
aún mas índigo que sus ojos,
y los vientos saben
más inofensivos
y tranquilos
que sus labios.

Él cree que ella
Tiene los cabellos del ocaso
Que cuando el viento
los sopla violentamente
emanan una música
que llegan sólo a oídos
dispuestos a amar
el taciturno crepúsculo imperecedero
desesperarás.

Él cree que ella
Hace sonar estridentes violines
Y transforma el mismísimo ruido en ave.

Él cree que ella
Estaría dispuesta
A congelar el tiempo
Que los años consuman en él
Como las hojas del otoño,
Sólo bastaría
Con que ella lo quisiera
Tanto como ama el sueño eterno
En el que caen los sauces del lago.

Él cree que ella
Es amiga de la muerte
Y esposa de la vida
Por eso es tan simple verla caer
En la misma amargura
De vivir cada día,
Y al mismo tiempo
Se torna muy difícil
Verla llorar
Lágrimas que no se mojan
Que el dolor que él siente
Absorben instantáneamente.
Celado por el sol.

Él sabe que ella
Soltó la mano de la vida
Y corrió ciega tras la muerte,
Que se aferró a ella fuerte
Y que lloró
En el mismo instante
En que el cielo veló su partida
Todos se lamentaron
Él se lamentó más que nadie,
Por no haber podido
Siquiera hablar con ella
Una sola vez,
Por no haber podido
Sentido de algún modo
La seda tornasolada
Por las luces de la noche
De su vestido
Que el viento azul volaba
Casi frenético.
Por no haber podido
Consolarla jamás
De ninguna manera.
Por no haber podido
Tocarle apenas
El entumecido corazón
Para retener su alma.
Por no haber podido…
Tantas cosas.

Ella sabía
De la existencia de él.
Lo reconocía
A modo de una presencia maravillosa
Que de alguna forma
Escapaba de la oscuridad
Y que no tocaba jamás la luz.

Ella sabía
Que él se había enamorado
De cada palabra
De cada acción
De cada expresión.
Porque con la luz de una noche velada
Logró ver sus ojos iluminados
Opacos por el dolor de una agonía
Y contempló pacientemente en ellos
Sentimientos rebosantes,
En ese segundo descubrió la realidad.

Ella sabía
Que nadie la quería
Que siempre fue una sombra
Que siempre fue tristeza,
Temor y arrepentimiento,
Todo al mismo tiempo
Jugando
Dentro de una misma alma.
Desesperó.

Ella bien sabía
Cómo él la veía
Muy distinto a la realidad
Y mucho más alejado de la fantasía,
Estrechamente ligado a la ilusión.

Ella no volvió a buscar
Los ojos de él
En la oscuridad nunca más.
Pareciera desinteresada
Pero de absolutamente todo.

Ella tomó
La última bocanada de aire
Que este mundo le obsequiaría.
Luego llevó
Esa daga de plata
Hacia su vientre,
Y allí mismo pereció,
En el bosque del olvido
Donde miles de criaturas
Con las
mismas características
Abandonaron su cuerpo.

Pero ni él
Ni ella sabían
Que nada de eso era cierto
Ni la belleza
Ni la simpleza de las cosas,
Ella no era real ante él
Ni viceversa.
Ni una sombra
Ni una musa,
Sólo un par de almas
Castigadas por el largo viaje
En un mismo colectivo,
Castigadas por el clamor
De la pesadilla realidad
Que nunca nos deja dormir.

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